Más que Religiosidad

Antonio Rosado Garrido

Allá por el año 2000, yo era miembro de un moto-club famoso en Jerez y regentaba un bar de copas, que era la sede oficial del moto-club.

Prácticamente hacía vida de noche, y así me fui deteriorando. Me fui metiendo cada vez en más problemas: fumaba dos paquetes diarios de tabaco, problemas de alcohol, problemas de drogas, sexo descontrolado, las deudas cada vez más grandes, la afectividad y el amor con mi familia brillaba por su ausencia.

Llevaba ya tiempo divorciado de mi primera esposa, con ella tuve dos hijos. Luego conocí a otra mujer, con la que también tuve otro hijo, pero aquello tampoco funcionó, pues mi vida era todo un puro desorden. Llevaba una vida llena de egoísmo y rebeldía. En esa búsqueda de «libertad» que busca cualquier motero, yo, sólo fui capaz de encontrar libertinaje y pasiones desordenadas.

Una de las peores cosas que me sucedieron fue cuando tuve que tomar la decisión de vender la moto que tenía por causa de mi situación económica. ¡Era lo que me faltaba!

Llegué a una situación tal, que incluso, de vez en cuando, se me pasaba la idea de quitarme la vida, pues no veía futuro por ningún lado. Me encontraba totalmente vacío.

Fue cuando esta persona me habló de un Jesús vivo, y que Él era quien podría cambiar mi vida, cuando pude experimentar un cambio real en mi interior.

Una Visita Inesperada

Pero una de tantas noches, entró en el bar una buena persona que me empezó a hablar de «alguien» que podía cambiar mi vida y darle un nuevo sentido.

Yo dudaba de esto, pues mi escepticismo y pasotismo me impedían creer que pudiera existir ese «alguien».

Desde pequeño me habían criado en un ambiente religioso católico, como casi a cualquier español, incluso llegué a participar activamente en las cofradías de Semana Santa. Había algo en mi interior que me impulsaba a esa búsqueda espiritual de saber más de Jesús; pero claro, siempre desde una perspectiva de que era una historia pasada y pensando que Jesús ya murió.

De vez en cuando, incluso me daba la paranoia y me iba a misa, pero como que no me terminaba de convencer ni de llenar; siempre era más de los mismo, la misma rutina. A la media hora estaba vacío en mi interior.

Fue cuando esta persona me habló de un Jesús vivo, y que Él era quien podría cambiar mi vida, cuando pude experimentar un cambio real en mi interior.

Pero claro, no de una forma «religiosa», sino más directa, más real, más viva. Se trataba de una relación personal con Jesús, aceptándolo en mi corazón.

Entonces no me conformé sólo con saber de él, sino que quise conocerlo mejor.

Mi Busqueda Obtuvo Resultado

En mi búsqueda de salir de aquel hoyo en que me encontraba, sólo me dije que por probar no iba a perder nada, y que estaba dispuesto a hacer lo que fuera.

Así acepté en mi corazón a Jesús de Nazaret como salvador y redentor de mi vida, y me arrepentí de todos mis pecados, creyendo que Él murió por mí en aquella cruz del Calvario; y que no sólo murió, sino que resucitó al tercer día.

Te lo puedes creer, o no, pero te puedo decir que a partir de aquel día todo en mi vida fue cambiando. Me fui transformando en otra persona nueva que crecía dentro de mí y que me daba unas nuevas ganas de vivir, de sentir la vida, de amar más las cosas y las personas.

Entonces no me conformé sólo con saber de él, sino que quise conocerlo mejor.

«Todas las cosas viejas pasaron, he aquí todas fueron hechas nuevas». Y así lo viví yo en todas la áreas de mi vida.

He podido confirmar que la decisión que hice aquel día fue la más acertada de toda mi vida.

Mi Deseo de Compartirlo con los Demás

Fue en ese momento cuando sentí en mi corazón y en mi mente la necesidad de transmitir y llevar a los demás moteros esta pasión por Jesucristo, pues de la manera que a mí me ayudó, podía ayudar a muchos que también lo necesitaran.

Todo comenzó a forjarse cuando alguien de mi familia me regaló un libro de esos que hablaban de Harley Davidson, vi en un apartado dedicado a los grupos moteros un titular que decía: «Jesús es Dios». Observé, para mi admiración, una foto de una reunión de moteros: ropas de cuero, chalecos, parches de biblias y cruces, tatuajes, pelos largos, etc. pero había algo más… con sus manos levantadas parecían estar alabando al Señor. Yo me dije: «esto es lo que yo busco y quiero conseguir para mi vida» al momento me sentí identificado con ellos.

Y, efectivamente, he podido confirmar que la decisión que hice aquel día fue la más acertada de toda mi vida, al conocer a más moteros que en su día estuvieron envueltos en muchos problemas y dificultades, pero que, gracias al Señor han conseguido una nueva vida llena de esperanza, de gozo y de amor.

Toda la gloria para el Padre.